Reto sobre los Payasos de José Gutiérrez-Solana…¡aceptado!

¿A quién miran estos payasos? ¿Están maquinando un crimen o están divirtiendo a unos niños? ¿Por qué no se ve al público reflejado en el espejo? ¿Quizás se trate de unos muñecos del Museo de Cera? En el Día internacional de los Museos, os proponemos este reto literario. Mira fijamente a los payasos y déjate llevar. Escribe una historia-payasa y envíanosla a letrasconfinadas@gmail.com para que la publiquemos.

 

 

 

 

 

Día 18 de mayo de 2020: Nariz de payaso.

Autor: David Herrera.

A duras penas, comienzan a subir las escalinatas que les conducen a su irremediable destino. Julio y Ross llevan tres largos días escondidos de todo y de todos. Cómo se iban a imaginar que aquel show del siete de febrero sería el último. Ross sube peldaño a peldaño, en completo silencio, con precaución de no golpear la bolsa que lleva en su mano izquierda, aunque con la mente en otra parte, no puede dejar de pensar en aquella noche.

La velada transcurría según lo previsto. El público de la capital siempre disfrutaba con los cómicos, a Julio se le empezaba a poner esa medio sonrisilla y unos ojos un poco alocados mientras soltaba ocurrencias por la boca. Ross sabía detectar cuando su compañero se estaba gustando en las tablas y hoy, era una de esas veces. No fue hasta la última sección del espectáculo cuando todo comenzó a torcerse. Ross siempre escoge a dos o tres personas del respetable y les hace preguntas banales del tipo qué fue lo último que compró en el supermercado o cómo son sus vecinos del tercero derecha. Entonces Ross intenta hacer comedia desde ese punto de partida. Improvisación pura. El de esta noche resultó ser un joven con pinta de ejecutivo, mediana edad, pelo corto y camisa azul abrochada. La conversación derivó en una charla sobre los colores. Un par de chistes en los cuales, el color rojo en concreto no salía bien parado. El gesto del joven se volvió rudo y serio. Al cabo de un par de segundos, brincó de su taburete y se rasgó la camisa mientras sacaba pecho, dejando a la vista una camiseta blanca con un gran lunar granate en el centro. – Pero que estás diciendo payaso! Esto no va a quedar así.

A la mañana siguiente, las redes ardían. El hashtag #StandforRED era trending topic internacional durante trece horas con innumerables menciones en Twitter y Facebook sacó un marco de perfil completamente rojo mostrando su solidaridad. Pintores profesionales se daban codazos en las emisoras y platos de televisión en prime time por abordar el asunto. Los pintores de fachadas argumentaban que los goterones granates no había lavadora que los quitase. Por el contrario, los pintores artísticos defendían la versatilidad del pigmento a la hora de crear sus obras.

El resto de los espectáculos programados hasta la fecha fueron cancelados en poco más de veinticuatro horas. Absolutamente nadie quería ver su nombre relacionado con Julio y Ross. Ellos aun desconocen quien era realmente el tipo aquel de piel tan fina. Podría ser cualquiera. ¿Habían dado con el hombre equivocado? Las presiones y amenazas llegaban desde todos los flancos. Ante semejante panorama, los cómicos con el agua al cuello se vieron obligados a tomar la decisión más difícil de sus vidas. Reflexionaron durante toda la noche hasta concretar el siguiente y definitivo paso a dar. Mañana a primera hora, las entregarían ante el C.O.E. El Comité de Ofendiditos Españoles. Sólo así volverían a ser libres.

Julio, cada vez más abrumado, se aferra a su corneta cual niño que recién descubrió como hacerla sonar. Como si por más apretar, pudiera retroceder en el tiempo. Mira de reojo a Ross al atravesar el gran pórtico que da a parar al recibidor de la sede central del C.O.E. Allí, un largo escritorio con una caja rectangular en el centro les espera. Ambos se acercan y mirando su color vivo e intenso, depositan sus narices coloradas en el recipiente. Retroceden sin dejar de mirar tan valioso utensilio para cualquier payaso. Ross aprovecha para retirar la negra tela que recubre el acordeón y lo despliega moviendo los dos brazos.

Mientras, Julio no puede quitar ojo a su nariz de payaso.

José Gutiérrez Solana, Payasos. 1920. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

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