Diario literario infantil y juvenil. Cuentos infantiles y juveniles.

Día 27 de abril de 2020: Cuentan las estrellas.

Autora: Melisa. 

¿Sabíais que hace más de 50.000 años en la prehistoria nuestros antepasados inventaron la música?
Hace ya un tiempo vivió una niña a la que le gustaba mucho la música, tenía mucho talento y se pasaba todo el tiempo que podía investigando las notas musicales. Un día les pidió a sus papás un telescopio. Ellos se extrañaron, nunca había mostrado ningún interés por algo que no fuese la música así que la preguntaron:
–¿Para qué quieres un telescopio? –
–Para que las estrellas me cuenten cómo empezó la música. Ellas llevan mucho tiempo observándolo todo–.
–Sus padres sabían la importancia que tenía para Clara la música en su vida, así que el telescopio no se hizo esperar. Ansiosa agarró el tubo, a través de la lente se podían observar claramente las estrellas.–
–¡Cuánta luz! –. Después de largo rato la sorprendió algo muy extraño, las estrellas cambiaban de color.
¿Sabíais que la música y los colores están relacionados? Por ejemplo, muchos pintores utilizan la música para pintar.
Clara se fijó en una estrella que captó su atención porque era muy luminosa y con destellos de un color rojizo intenso, le infundía un poco de inquietud. La estrella, que se dio cuenta de que la estaba observando, le dijo:
–Tranquila, lo que te da temor es el reflejo del fuego, pero no tengas miedo y escucha con atención. Cuando los hombres ya estaban sobre la tierra, yo era una joven estrella y me aproximé a la tierra a menos de un año luz. Había mucha oscuridad y en medio de la oscuridad un fuego intenso–.
Se escuchaba un sonido muy agradable, sin embargo, no pudo apreciar ningún instrumento. ¿Sabéis de donde procedían esos sonidos? De la voz humana, de voces. Producían cantos y bailaban alrededor de un fuego imitando el movimiento de los animales y acompañaban las voces con una especie de flauta de hueso que hacían con la pata del reno o las trompas, que las hacían con los cuernos de los animales. Los golpes fuertes los marcaban golpeando le suelo y los débiles elevando la mano. Manifestaban así sus sentimientos, a través del sonido. Los hombres estaban descubriendo las posibilidades sonoras de los distintos materiales. Estaba tan fascinada que estuvo largo rato imaginándose simpáticas notas que no dejaban de revolotear en su cabeza. Cómo con lo más básico podían crear algo tan maravilloso, la música. Poco a poco se fue sumiendo en un profundo sueño. Por la mañana se despertó y bajó a desayunar con la mirada perdida y con la cabeza llena de sonidos musicales. Todos los niños quieren que sea de día para jugar, pero Clara estaba deseando que llegase la noche, quería saber más, eran tantas sus ganas que se pasó todo el día mirando el cielo y esperando la noche. Al anochecer, a diferencia de otras noches, el cielo estaba repleto de estrellas. Se acercó al telescopio y observó detenidamente; de pronto, abrió bien los ojos, una luz brotaba de entre las demás, una luz blanca, esta vez no la dio ningún temor. La estrella empezó a emitir un canto con un ritmo similar al de la respiración. Ese sonido la hizo concentrarse a la vez que le daba mucha energía, la llevó en el tiempo a un monasterio. Se escuchaban cantos muy especiales, a capela, sin ningún tipo de instrumento, solo con la voz.
¿Sabéis de que se trataba? Cantos gregorianos. Se cantaban en la Edad Media. ¿Y sabéis quien mandó escribir esas canciones? El Papa Gregorio I, de ahí el nombre. Cuenta la leyenda sobre esas oraciones cantadas, que fue una paloma quien le decía al mismo Papa que debía escribir en sus papeles a la hora de pasar a escrito toda esa música. Clara estaba entusiasmada. Envuelta en su pijama azul, se sentó en el piano con sensación de bienestar hasta que el agotamiento la venció. Durmió toda la noche de un tirón, con un sabor agradable de alguna nota musical que susurraba en su memoria. A la mañana siguiente, todavía con los ecos del susurro de las notas, Clara despertó y durante todo el día la acompañó el efecto envolvente de un sueño reparador. La noche llegó silenciosa, y en su cabeza aún revoloteaban las notas musicales, tal vez por eso no escuchó la voz de una estrella que le susurraba: –El tiempo vuelaaa–. Destellos de color dorado le hicieron reaccionar y se la quedó mirando fijamente, cuando su voz volvió a sonar:
–Verás Clara, en el barroco la música giraba en torno al mundo religioso, pero poco a poco fue perdiendo la influencia que tenía. Un grupo de artistas creó un nuevo género musical “La ópera”
¿Sabéis que es la ópera? La ópera es la unión de poesía y música. Clara sintió una extraña sensación y empezó a sonar misteriosamente en el fondo de su corazón una agradable melodía, se podía diferenciar claramente el violín.
¿Sabéis que técnica utilizaban los violinistas? Utilizaban solo la parte de abajo del arco y así perfeccionaban el sonido. De pronto la música cambió, una armonía rápida, fuertes contrastes sonoros entre instrumentos de cuerda, viento y percusión. La reconoció en seguida: Las cuatro estaciones de Vivaldi. Se levantó de un salto. Su madre le había contado historias sobre Vivaldi. Se sentó en la cama e intentó recordar lo que su madre le había contado:
–Le llamaban cura rojo–. ¿Sabéis por qué? Porque era pelirrojo y cura. Aprendió a tocar el violín con su padre y de mayor daba clases para niños huérfanos y sin hogar. Se hizo tan famoso que reyes y reinas de toda Europa le pedían óperas para el carnaval. Clara estaba tan emocionada que esa noche le costó dormirse. La mañana la pasó haciéndose un montón de preguntas. Ya era casi de noche cuando su madre, que había estado observándola le dijo con voz preocupada:
–Estas mucho más callada que de costumbre–. Clara un poco vacilante se atrevió a preguntar:
–¿Porqué las estrellas brillan tanto? –. Su madre sonrió aliviada y dijo:
–Así que era eso lo que te tenía tan silenciosa. Bueno, las estrellas brillan tanto porque son enormes esferas de gas muy, muy calientes que desprenden luz y calor. Clara continuó preguntando:
–¿Y por qué desprenden colores? –.
–Porque, según los colores, los astrónomos saben si son más o menos grandes. Las amarillas son de tamaño medio, las rojas son las más pequeñas y las más grandes son las de color azul. Clara disfrutaba tanto. Volvió de nuevo a su habitación y miró a través del telescopio. Las estrellas parecían tener boca, ojos y manos. Por un instante, se encontró a oscuras y en el cielo se empezó a distinguir un puntito de color azul. Una música clara y pegadiza se escuchaba cada vez más cerca.
–Es la Flauta Mágica.
–Sí, respondió una voz chillona–. Clara estaba tan emocionada… sin vacilar preguntó:
–¿Cómo se compone una sinfonía? –. Mozart le contestó:
–Aún debes dejar pasar mucho tiempo de aprendizaje antes de intentarlo–.
Clara, irritada con la respuesta le dijo:
–¡Pero tú ya componías a los diez años! –Mozart muy serio contestó:
–¡Sí, pero no tenía que preguntar cómo! –.
La música del clasicismo, era una melodía que la audiencia podía recordar sin dificultad, claro que en esta época no existían las grabaciones, no podían llegar a sus casas y ponerse un CD de Mozart. El único recurso era recordar esas melodías, por eso se repetían tantas veces.
–El espectáculo está a punto de empezar–dijo una voz profunda y clara–agárrate a la silla para emprender el viaje. En medio de una niebla espesa apareció un joven. ¿Quién podría imaginar que vendría, como imaginarlo? Estaba viendo al hombre que había sido capaz de revolucionar la historia de la música, Beethoven. Vestía ropas viejas con los pelos desordenados y gritando melodías que se le ocurrían. Parecía un animal salvaje. Dicen que se analizó un pelo de este gran compositor del Romanticismo y se descubrió que en su sangre había un alto contenido en plomo, así que se cuenta que su mal genio y la sordera puede que le viniera de la presencia de este venenoso metal. Poco a poco, Beethoven fue desvaneciéndose en el aire y la luz con él.
Clara se aisló en su recuerdo contemplando la noche bañada por la claridad de la luna brillando en el infinito. Pasó toda la noche soñando con la Zarzuela El paraíso de los niños. ¿Sabéis lo que es la Zarzuela? Es una forma de música teatral con partes instrumentales y partes vocales. Os voy a enseñar una muestra de la zarzuela Los gavilanes para que la cantéis en los balcones.

Clara presentaba una orquesta muy especial. El escenario de un gran teatro con numerosos juguetes. Casimiro, el protagonista, se lamentaba porque le había dejado su novia y pensaba en la suerte de los juguetes porque no tenían esos problemas. Pero se equivocaba. De pronto, se le apareció el hada de los juguetes y le enseñó cómo ellos también podían sufrir y estar alegres, entonces los juguetes pasaron a ser protagonistas de su sueño, formando parte de aventuras muy divertidas. Cuando abrió los ojos, el paisaje al otro lado de la ventana era borroso por la lluvia. La música se había convertido en algo imprescindible. Quería componer, tenía que dar vida a todas esas notas que rondaban por su cabeza. De pronto, un pensamiento la paralizó. No podía citar ninguna compositora en la música clásica. No la venía ninguna a la mente. –Las mujeres no deben desear componer, nadie lo ha logrado. ¿Por qué yo debería poder? –. Se empezó a dar cuenta de que solo sabía de grandes maestros.
–Claro–dijo en voz alta–estamos en una era distinta, eso no pasaría ahora–. Tal vez su madre podría aconsejarla. Corrió escaleras abajo, gritando:
–Mamá, mamá–.
–¿Qué ocurre Clara? ¿A qué vienen esos gritos?
Empezó a contarla emocionada cómo los maestros de la música le habían revelado sus experiencias y cómo eso había despertado en su interior algo que estaba dormido.
–¡Quiero ser compositora! –. Se hizo un silencio breve y preguntó sin dilación a su madre:
–¿Porqué no ha habido grandes compositoras? –
–Bueno, la respuesta no tiene misterio–respondió su madre–en la mayoría de las mujeres, el trabajo doméstico era la única cualificación reconocida, pero sí que ha habido mujeres compositoras y algunas muy importantes. Verás, en Suecia, un doctor apasionado por la música inculcó estas ideas a sus hijas. La mayor se convirtió en una gran cantante de ópera y la pequeña Elfrida con 14 años logró el título de organista. Fue una de las primeras mujeres en Suecia, sobre el año 1857, en lograrlo. Es verdad que esto estaba reservado para los hombres, pero Elfrida consiguió que la ley fuera cambiada–.
Clara, algo más tranquila, explicó las ideas que tenía por desarrollar. Su madre la miró con un cariño especial y la dijo:
–No basta tener ideas claras, hay que saberlas realizar–.
A partir de aquel día comenzó a trabajar sin descanso. Todas las noches se acercaba a ventana, mirando las estrellas, sus portadoras de sueños. Y así, arropada por su manto, las notas fluían de su cabeza de manera mágica desde la primera nota.
Lo que uno quiere de verdad es que está hecho para uno. Intentar, intentar es la mejor manera de convertiros en expertos en cualquier cosa. Esta es la verdad sobre las estrellas. Cuando tu estrella surja ponte frente a ella, las sombras quedarán detrás de ti y vencerás el temor al fracaso.

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