«Exponerse es el nuevo abrazo», un poema de Marta Martínez Rodríguez.

 

 

 

 

 

 

 

Diario literario de un confinamiento: Día 5 de mayo de 2020

«Exponerse es el nuevo abrazo»

Nada me interesa,
me apetece aprovechar el tiempo,
me siento triste, preocupada, angustiada
estoy contenta, activa, plena
me duele la cabeza, lloro, hablo, grito
me siento culpable, responsable, valiente
orgullosa.

Ambivalente
cambiante, fugaz
es el estado de la vulnerabilidad
es el estado de la crisis
es el estado del cambio
del vacío, de la duda
del inesperado futuro
de la falta de control.

Privilegiada, consciente
nerviosa, inquieta, oprimida,
vaga, improductiva.

¿Cuántas cosas hemos sido
en tan pocos días?

No me atreví aún a poner palabras a la duda,
ni al folio blanco; a ese blanco que no contempla un libro
donde detallarse o unos ojos que lo lean, lo narren, lo escuchen.
De momento, no tengo palabras para hablar
porque todavía estoy asimilando el mensaje,
el concepto, la idea
la derrota del control, la sumisión a la incertidumbre,
la aceptación de la vulnerabilidad, la disposición de las trabajadoras,
el amor de las familias, amigas, vecindarios, desconocidas
la resistencia de personas ancianas, diversas, exiliadas,
personas en riesgo, desterradas de su casa, prostitutas, niñas
violadas, mujeres maltratadas, familias destrozadas,
sueldos vacíos, mentes preocupadas por algo más que un virus
apoyo mutuo y colaboración entre el pueblo,
-porque solo el pueblo salva al pueblo y nunca dejaremos de recordarlo-
trabajadoras del hogar, mercados, tiendas, hospitales, residencias, trabajos sociales invitan a recordar que las personas necesitan a las personas.

Todavía estoy asimilando que es cierto
que la tierra está creciendo, que ahora por fin escuché los pájaros
y me fijé en el árbol que hay en frente de mi casa,
en las montañas a las que nunca dediqué más tiempo que al teléfono
que lo más cerca de la naturaleza en nuestras ciudades
está en nuestro cuerpo.

Un virus
un virus nos está enseñando; nos está robando el miedo, nos está sacando monstruos, nos está mostrando clases sociales,
lo importante que es el trabajo de cuidados, lo local, la memoria, la vejez,
el apoyo mutuo, lo comunitario
un virus nos invita a apreciar lo cotidiano, a tomar perspectiva
respecto a nuestra vida, nuestra dirección, nuestro rumbo.

Nos están diciendo que paremos, que aceptemos
que somos vulnerables
frágiles
absurdos en nuestra necesidad extrema de falso control
capaces de darnos cuenta, de romper a llorar, de aceptar la crisis
de identificar el camino por el que ahora pasamos -o no hacerlo-, aceptar el miedo, el llanto, la vergüenza, la tristeza, la duda,
las inseguridades.

Aceptar la rabia y el enfado
ser conscientes del dolor para transformarlo, poco a poco,
en cuidado, comunidad y lucha.

Aquí sigo, de momento, inquieta por poner nombres a lo inesperado
mientras gritan los vientos
y se abrazan las tierras.

Autora: Marta Martínez Rodríguez

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