Poesía

 

Inspiración de hoy 30 de marzo de 2020: «Mis prisiones», Fin de un amor, Isla, México, 1949.

Sentirse solo en medio de la vida
casi es reinar, pero sentirse solo
en medio del olvido, en el oscuro
campo de un corazón, es estar preso,
sin que siquiera una avecilla trine
para darme noticias de la aurora.

Y el estar preso en varios corazones,
sin alcanzar conciencia de cuál sea
la verdadera cárcel de mi alma,
ser el centro de opuestas voluntades,
si no es morir, es envidiar la muerte.

Autor: Manuel Altolaguirre (Málaga, 1905-Burgos, 1959).

 

Día 31 de marzo de 2020

Entre multitudes de balcones y calles vacías surgen estos versos
llenos de esperanza y melancolía
pues muchos se están yendo
otros ya se han ido
solos,
en silencio,
su pantalla ha sintonizado negro.
En nuestra patria querida, hoy partida,
llorada
y siempre sufrida,
habrá gracias y despedidas
por aquellos que estos días
lo han dado todo por los demás.
Mas no cabe (des)esperar
porque habrá un mañana
en la que no haya mil muertos por los que llorar… Será un nuevo día
en el que al alzar la vista
veremos en cada esquina
en cada pueblo, en cada villa
un paisaje de libertad.

Autor: Borja del Campo Álvarez (España).

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Día 3 de abril de 2020

«Cuando pase todo esto»

Cuando pase todo esto, nos miraremos distintos.
Asombrados, tal vez, de lo que nos hemos hecho.
Buscaremos los oídos de quien ha sufrido lo mismo,
andaremos distintos, existiremos distintos.

Cuando pase todo esto, respiraremos alivio,
Y una calma espantosa por todos los que se han ido.
Reconoceremos el miedo en los ojos lejanos,
amaremos distinto, latiremos distinto.

¡Cuando pase todo esto quiero sentir muchas manos!
Las gentiles, las amargas, las soberbias, las sabias.
Quiero mirar los ojos de los fuertes, los mezquinos.
Quiero saber si su voz, esta vez, imploró distinto.

Cuando pase todo esto, oiremos a las aves,
como un recuerdo apabullante de lo estúpidos que fuimos.
Será el silencio y la ignorancia los que nos golpeen el pecho.
Escucharemos de nuevo. El viento mismo correrá distinto.

Cuando pase todo esto, saltaremos al vacío,
Solos, siempre solos, como quien se lanza a un río.
Abriremos las puertas, pisaremos descalzos,
Abrazaremos en llanto y, casi en harapos,
hablaremos de cómo nos hemos vencido.

Cuando pase todo esto, tú te habrás hecho pequeño,
y tal vez yo (creeré que) habré crecido.
Cerraremos los ojos, nos quemará el taita sol,
nos habremos parido nuevos,
nos habremos reinventado o habremos retrocedido.

Cuando pase todo esto, tal vez ya no esté yo.
Tal vez seas tú, el que se ha ido.
Cuando pase todo esto.
Cuando pase…
¿Cuándo…?
¿Pasa todo esto?
¡Que alguien me lo diga!
Porque por ahora,
parece que el tiempo y el aliento se hubieran detenido.

Autora: Lorena Salazar Suquilanda (Quito-Ecuador).

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Día 4 de abril de 2020

«Brillar en tiempos ciegos» 

No sabes hasta qué punto tus dolores han merecido la pena.
No sabes siquiera como tus heridas sanarán otras heridas, pero
lo harán.
Te mueves torpe en la luz y ágil en la oscuridad, porque conoces
las esquinas, los recovecos de la incertidumbre, conoces las
habitaciones ciegas del dolor y llevas en la piel el mapa de la
ausencia
Y desde ese mundo de luces y sombras, de vivos y ansiados, de
dolores atravesados, emerges cual faro de guía a quienes no
están acostumbrados.
No hay noche oscura sin ventana, no hay amanecer sin sombra,
no hay conocimiento sin dolor.

Autora: Ainoa Boyd Arregui (España).

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Día 5 de abril de 2020

El sonar de esta calle refulgente,
sobria de todo atavío.
Balcón de reposo,
en el que llorar las penas.
Creí haber perdido la noción de mi tiempo,
encerrada en mi propio bosque,
preguntándome por que ayer éramos cazadores
y hoy sólo somos presas.
Creí haber perseguido al lobo,
intentando arrancarle los colmillos,
incluso cuando los clavaba en otros
que no eran yo.
Y ahora sé que la espera es menos fatigosa
si entierro todos los recuerdos
esperando que de ellos
broten flores.

Autor: Marta Carmona Mayoral (Madrid, España).

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Día 6 de abril de 2020

Silencio, que llega por fin
baile de golondrinas de abril,
incierta espera de miles
corazones en pausa por ti.

Bravo latido de gigante,
hogar de espacios encogidos,
duelen las ausencias llenas
de mis mortales escondidos.

Y mañana será el más bello
concierto de miedos vencidos
noche serena en compañía,
besos de libertad prometida.

Autora: Pilar Balet (Madrid, España).

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Día 7 de abril de 2020: Inspiración de hoy.

«Anónimo (somalios, África)», Ernesto Cardenal, Antología de poesía primitiva. Alianza Editorial, Madrid, 1979.

Podría desgarrarlo todo como un león,
en vez de eso me acerco cauteloso como una liebre.
Podría ser un destructor, fuerte como un árbol galol,
en vez de eso soy flexible como planta bo’o.
Podría igualar las olas del mar,
en vez de eso soy tranquilo como la fuente Geiti.
En vez de andar con un mazo y escudo
alzo el vuelo como la mariposa.
Podría presentarme como el hijo mayor de un jefe
y en vez de eso me digo semejante a un hombre común.

Autor: Ernesto Cardenal.

Declamado por Eva Botella Ordinas.

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Día 9 de abril de 2020

«Sueña y construye conmigo» 

Hay etapas en la vida
que cristalizan el tiempo,
congelan el discurrir,
convocan al pensamiento.
Quizás hoy sea una de ellas.
Cuando “afuera” suena ajeno,
como algo fantasmal,
ante el que nos sorprendemos,
vaciado de nosotros
pero lleno de recuerdos,
ladrillos de nuestro ser
cocidos a fuego lento.
Hoy quizás sea ese día
para mirarnos adentro
pausadamente, sin prisas,
honestamente sinceros.
Para soñar como niños
el futuro que queremos,
albañiles como somos
de nuestra vida y… del resto.
Sueña y construye conmigo,
no lo abdiquemos en “ellos”.
Hagámonos dueños juntos
de la vida que tendremos.

Autor: Ángel Luis Rodríguez Rodríguez.

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Día 10 de abril de 2020

«Peonza» 

El vaho contra los cristales era el instante presente. Tú recuperabas un trazo invisible, sobre el lienzo.
La curvatura de un círculo en mi pupila glacial. Yo, que soñaba con volar, me enroscaba en el
silencio, sacando hilitos minúsculos del interior de mi mente. Hileras de hebras de tiempo pretérito.
Distancias idénticas entre puntos múltiples millones de veces transitados.
Parecía verano, afuera. El empedrado vertical de la colina se alzaba hasta el cerro. Sus piedras
perfectas reflejando luz. Una luz tan fina como el ecuador en los mapas de los libros. Giré la
cabeza. Dormías. El azul eléctrico de un globo terráqueo vertía su fosforescencia sobre la mesilla.
Todo era extraordinario. Pensé en la belleza. En una peonza sobre el pavimento. En la perfección de
su fuga espiralada. Su breve existencia. La inflexión precisa entre un todo y su contrario. Su
temeridad. Su derrota fulminante contra el desnivel no quebraría ni un ápice la razón de su
existencia. Aunque bastara un segundo, minúsculo, para que todo su ser se desvaneciera en un trazo.

Autora: Maribel Hernández del Rincón.

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Día 11 de abril de 2020

Viví su recuerdo los días sucesivos. Viví su rescoldo.
Soñé colores vivos. Encrucijadas.
Verdes, grises, azuladas.
Fragmentos de sueños.
O enamoradas o enigmas.
Conté desde el instante final hasta el principio.
El número total de veces que las miradas nuestras, entrelazadas.
Cruzan el Sur.
Un sueño habita tu cuerpo haciendo mi equipaje.
Del resplandor del amor nuestro lenguaje.
Sobre el embozo azul entre en mis brazos.

Autor: José Jalón.

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Día 12 de abril de 2020

«La visión del fin» 

La roca vuela allá donde el desarrollo cognitivo se lanza,
laberinto de triángulos.
Paseo entre los grandes contenedores del puerto,
entre las ruinas de los edificios y carcomidas puertas de metal.
Los espejos llenos de polvo,
las escaleras de madera reverdecidas,
huecos en las paredes, chatarra en las calles,
hombres gordos con gafas de culo de vaso,
gigantescas habitaciones con plantas y televisores
donde por unos corredores se accede al otro lado mediante trampillas,
iglesias abandonadas y derruidas y que ahora son establos,
una sociedad decadente de travestis con los ojos pintados.
Alguien te ofrece coca-cola sobre una plancha de metal,
lleva una gorra usada y su cara es redonda y grasienta,
los negros huyen por el parque enfundados en sus rojas sudaderas,
la vegetación ha crecido hirsuta en el lago
mientras arden las casas.
Puentes de piedra vacíos en la madrugada,
el autobús sale a las siete de la mañana y el ejército está ya en la estación,
hay humo y gritos en la ciudad,
hombres en las mazmorras con un capuchón oscuro.
Contemplo los saqueos desde una camioneta gris,
grandes filas de hambrientos entre el frío y la nieve,
desciendo a las profundidades en medio de un tremendo estupor.

Autor: José Ángel Pizarro Nogués.

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Día 14 de abril de 2020
«¡Detente!» 

Hace no mucho cuanto deseaba estar sentada en soledad,
cinco minutos es lo que pedía, sola…. sola y poder pensar.
Cinco minutos que necesitaba para mi mente aclarar.

Y corriendo un día, a toda velocidad,
me detuvo un muro de golpe y sin avisar,
un muro invisible mucho más grande que mi fuerza y mi voluntad.

Quise gritar, quise llorar,
me ahogaba encerrada, ¡no podía respirar!
volví la vista atrás, ¡trataba de escapar!
mi sorpresa fue tan grande que no lograba asimilar
la verdad tan cruda y real……
no estaba sola, todos fuimos detenidos y sin poder pasar.

Extraño todo, desde la bulla de la gente en la ciudad hasta
los autos que hay que esquivar.
El mendigo que te sonríe siempre que te ve pasar.
El amigo que llega sin anunciar y también la gente
que solo necesita hablar.
Extraño, ante todo, eso que llaman Libertad.

Y en mi carrera por esta vida, en la que todos tenemos un lugar,
corremos más, corremos menos pero todos queremos llegar,
¿llegar a dónde amigos, ¿cuál es el final?

Sin temor a equivocarme
y sabiendo que es verdad,
déjenme decir amigos, lo que
desde niña, escuchaba en mi hogar:
El dinero compra todo menos la felicidad,
el dinero no cura un cuerpo enfermo
o un alma en soledad

Valora todo, es importante
pero no volvamos a olvidar
que nada es más grande
que el amor de verdad.

Lo que daría amigos hoy, ¡lo que daría por un abrazo de hermandad!

Autora: Martha Cordero, Ecuatoriana residente en Nueva York.

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Día 16 de abril de 2020

«La nueva Corona» 

Hemos cambiado de un reinado en un pis pas,
ahora conocemos una corona que nunca imaginamos llegar.

Corona que ha llegado para matar,
Corona que ha llegado para quitarnos el poder de respirar.

Hoy sufrimos todos,
El Luto nos invade,
La mente se cansa de tanto pensar,
Pero lo que sí es seguro que a esta corona vamos acabar.

En estos momentos,
Tu, Yo, Nosotros, Vosotros,
Formamos un batallón universal,
Que sin armas tenemos que luchar,
Para vencer este mal que nos quiere apagar.

Cambiamos de reinado a corona,
Dónde fronteras ya no podemos cruzar,
Pero con la fuerza de la unión pronto se abrirán.

Hoy recuerda que nuestras únicas armas con las que podemos
pelear,
Son el amor, la compasión, el agradecimiento y la unión necesarias
para ganar.

Autora: Soraya M. Torrealba Gil.

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Día 17 de abril de 2020

«Distancias, ¡qué invento!»

Maja observa su rostro reflejado en el espejo:
una mueca de desilusión,
frente ceñida,
ojos estrechos en pequeñas rendijas,
la boca distorsionada en una expresión de asco.
Quiero salir, quiero escapar.
Caminar. Caminar.
Marcar la distancia recorrida
como si fuera un trofeo,
ir despacio
para saborear con cada paso
la distancia que aumenta.
Sin aviones,
que acortan el mundo.
Atrapados, cada uno en su propio hogar,
todos en el mismo planeta,
de repente demasiado pequeño,
si es que queda dominado por un virus tiránico:
no puedes escapar a ninguna parte.
Distancias demasiado largas
que se vuelven muy cortas.
¿Teletransporte?
Aún sería conveniente.
Para ir, regresar, girar,
volver a ir y volver a regresar,
en perpetuo movimiento.
Distancias, ¡qué invento!
Más relativas que el tiempo
que tardas en recorrerlas.

Autora: Shaula Drops.

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Día 21 de abril de 2020

«Obstinada frustración»

En mi corazón fuerte, desde dentro,
oscuro de tormenta, atisbo furia;
opaco de tormento y de penuria,
no postra su cerviz, ni cuando entro.

Y me resisto, lloro, y aun concentro
el rugido y la más acerba injuria
para aplastar a hachazos a la espuria
hija que me pobló de desencuentro.

El huracán y océano fatigan
la alta torre y la roca enhiesta. Ido,
los escucho clamando por su presa.

Mastines hambrientos me fustigan
y mi denuedo al fin, ennegrecido,
el polvo de la grama fría besa.

Autor: Francisco Garrido Delgado.

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Inspiración de hoy 23 de abril de 2020: «La oración de las rosas», 1918.

¡Ave rosas, estrellas solemnes!
Rosas, rosas, joyas vivas de infinito;
bocas, senos y almas vagas perfumadas;
llantos, ¡besos!, granos, polen de la luna;
dulces lotos de las almas estancadas;
¡ave rosas, estrellas solemnes!

Amigas de poetas
y de mi corazón,
¡ave rosas, estrellas
de luminosa Sión!
Panidas, sí, Panidas;
el trágico Rubén
así llamó en sus versos
al lánguido Verlaine,
que era rosa sangrienta
y amarilla a la vez.
Dejad que así os llame,
Panidas, sí, Panidas,
esencias de un Edén,
de labios danzarines,
de senos de mujer.
Vosotras junto al mármol
la sangre sois de él,
pero si fueseis olores
del vergel
en que los faunos moran,
tenéis en vuestro ser
una esencia divina:

María de Nazaret,
que esconde en vuestros pechos
blancura de su miel;
flor única y divina,
flor de Dios y Luzbel.

Flor eterna. Conjuro al suspiro.
Flor grandiosa, divina, enervante,
flor de fauno y de virgen cristiana,
flor de Venus furiosa y tonante,
flor mariana celeste y sedante,
flor que es vida y azul fontana
del amor juvenil y arrogante
que en su cáliz sus ansias aclara.

¡Qué sería la vida sin rosas!
Una senda sin ritmo ni sangre,
un abismo sin noche ni día.
Ellas prestan al alma sus alas,
que sin ellas el alma moría,
sin estrellas, sin fe, sin las claras
ilusiones que el alma quería.

Ellas son refugio de muchos corazones
ellas son estrellas que sienten el amor,
ellas son silencios que lentos escaparon
del eterno poeta nocturno y soñador,
y con aire y con cielo y con luz se formaron,
por eso todas ellas al nacer imitaron
el color y la forma de nuestro corazón.
Ellas son las mujeres entre todas las flores,
tibios sancta sanctorum de la eterna poesía,
neáporis grandiosas de todo pensamiento,
copones de perfume que azul se bebe el viento,
cromáticos enjambres, perlas del sentimiento,
adornos de las liras, poetas sin acento.
Amantes olorosas de dulces ruiseñores.

Madres de todo lo bello,
sois eternas, magníficas, tristes
como tardes calladas de octubre,
que al morir, melancólicas, vagas,
una noche de otoño las cubre,
porque al ser como sois la poesía
estáis llenas de otoño, de tardes,
de pesares, de melancolía,
de tristezas, de amores fatales,
de crepúsculo gris de agonía,
que sois tristes, al ser la poesía
que es un agua de vuestros rosales.
Santas rosas divinas y varias,
esperanzas, anhelos, pasión,
deposito en vosotras, amigas;
dadme un cáliz vacío, ya muerto,
que en su fondo, mustiado y desierto,
volcaré mi fatal corazón.
¡Ave rosas, estrellas solemnes!
Llenas rosas de gracia y amor,
todo el cielo y la tierra son vuestros
y benditos serán los maestros
que proclamen la voz de tu flor.
Y bendito será el bello fruto
de tu bello evangelio solemne,
y bendito tu aroma perenne,
y bendito tu pálido albor.
Solitarias, divinas y graves,
sollozad, pues sois flores de amor,
sollozad por los niños que os cortan,
sollozad por ser alma y ser flor,
sollozad por los malos poetas
que no os pueden cantar con dolor,
sollozad por la luna que os ama,
sollozad por tanto corazón
como en sombra os escucha callado,
y también sollozad por mi amor.

¡Ay!, incensarios carnales del alma,
chopinescas romanzas de olor,
sollozad por mis besos ocultos
que mi boca a vosotras os dio.
Sollozad por la niebla de tumba
donde sangra mi gran corazón,
y en mi hora de estrella apagada,
que mis ojos se cierren al sol,
sed mi blanco y severo sudario,
chopinescas romanzas de olor.
Ocultadme en un valle tranquilo,
y esperando mi resurrección,
id sorbiendo con vuestras raíces
la amargura de mi corazón.

Rosas, rosas divinas y bellas,
sollozad, pues sois flores de amor.

Autor: Federico García Lorca (1898-1936).

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Día 3 de mayo de 2020

«Cuarentena» 

Las pesadillas
pobladas de mascarillas. El gel en las manos
una y otra vez
una y otra vez
una y otra vez
junto al lavado,
hasta el sangrado.
La sensación
de ser un náufrago
en la orilla
de una isla desierta
recibiendo las olas de un tsunami una y otra vez
una y otra vez
una y otra vez
hasta que nos arrastre
al fondo del océano.
Será entonces
cuando ya no soñemos
con mascarillas empañadas por nuestra propia respiración.
Será entonces
cuando se deshaga
el nudo del pecho
y lo reemplace el ahogo, cuando no quede nadie vestido de blanco
para frenar las olas
una y otra vez
una y otra vez una y otra vez.
Y será entonces
cuando esto acabe
bajo el estruendo de un aplauso.

Autora: Isabel Garrido.

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Día 5 de mayo de 2020

«Exponerse es el nuevo abrazo» 

Nada me interesa,
me apetece aprovechar el tiempo,
me siento triste, preocupada, angustiada
estoy contenta, activa, plena
me duele la cabeza, lloro, hablo, grito
me siento culpable, responsable, valiente
orgullosa.

Ambivalente
cambiante, fugaz
es el estado de la vulnerabilidad
es el estado de la crisis
es el estado del cambio
del vacío, de la duda
del inesperado futuro
de la falta de control.

Privilegiada, consciente
nerviosa, inquieta, oprimida,
vaga, improductiva.

¿Cuántas cosas hemos sido
en tan pocos días?

No me atreví aún a poner palabras a la duda,
ni al folio blanco; a ese blanco que no contempla un libro
donde detallarse o unos ojos que lo lean, lo narren, lo escuchen.
De momento, no tengo palabras para hablar
porque todavía estoy asimilando el mensaje,
el concepto, la idea
la derrota del control, la sumisión a la incertidumbre,
la aceptación de la vulnerabilidad, la disposición de las trabajadoras,
el amor de las familias, amigas, vecindarios, desconocidas
la resistencia de personas ancianas, diversas, exiliadas,
personas en riesgo, desterradas de su casa, prostitutas, niñas
violadas, mujeres maltratadas, familias destrozadas,
sueldos vacíos, mentes preocupadas por algo más que un virus
apoyo mutuo y colaboración entre el pueblo,
-porque solo el pueblo salva al pueblo y nunca dejaremos de recordarlo-
trabajadoras del hogar, mercados, tiendas, hospitales, residencias, trabajos sociales invitan a recordar que las personas necesitan a las personas.

Todavía estoy asimilando que es cierto
que la tierra está creciendo, que ahora por fin escuché los pájaros
y me fijé en el árbol que hay en frente de mi casa,
en las montañas a las que nunca dediqué más tiempo que al teléfono
que lo más cerca de la naturaleza en nuestras ciudades
está en nuestro cuerpo.

Un virus
un virus nos está enseñando; nos está robando el miedo, nos está sacando monstruos, nos está mostrando clases sociales,
lo importante que es el trabajo de cuidados, lo local, la memoria, la vejez,
el apoyo mutuo, lo comunitario
un virus nos invita a apreciar lo cotidiano, a tomar perspectiva
respecto a nuestra vida, nuestra dirección, nuestro rumbo.

Nos están diciendo que paremos, que aceptemos
que somos vulnerables
frágiles
absurdos en nuestra necesidad extrema de falso control
capaces de darnos cuenta, de romper a llorar, de aceptar la crisis
de identificar el camino por el que ahora pasamos -o no hacerlo-, aceptar el miedo, el llanto, la vergüenza, la tristeza, la duda,
las inseguridades.

Aceptar la rabia y el enfado
ser conscientes del dolor para transformarlo, poco a poco,
en cuidado, comunidad y lucha.

Aquí sigo, de momento, inquieta por poner nombres a lo inesperado
mientras gritan los vientos
y se abrazan las tierras.

Autora: Marta Martínez Rodríguez.

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Día 7 de mayo de 2020

Despierta dentro de un sueño azul
El mar arroja salitre por la ventana
De una torre en mitad de la montaña
Ha nacido una playa de arena y árbol
En la que sumergirse cinco minutos
Es la última canción del disco
En la playa hay un puesto de helados
Y el día atardece cuando llega por fin
Y sus amigos están sentados allí
En un mundo lejos de aquí
En lo más profundo del monte
Se reencuentra con todos
Y los problemas se olvidan
Solo quedan helados de clorofila y avellana
Un invierno latente llueve copos templados
De nieve que no quema y no molesta
Y pasean la merienda cerca del mar
Entre frondosos abetos que apuntan al norte
Y alguien recuerda que deberían aburrirse
O al menos así seria en condiciones normales
Pero no ahora, no en esta playa secreta
De olas turquesa peinando sueños azules
Que traen vetustos naufragios a la orilla
Y los niños aceptan los regalos
Y los arrastran perlados de conchas
En la otra mano persisten los helados
Y no hay lágrimas saladas
Ni medias sonrisas de quejas amargas
Aquí no llega el tren
No hay que levantarse temprano
Y solo quieren sentarse bajo la nieve
Que inunda los abetos y la casa
Donde pronto encenderán una lumbre
Mañana es el Día de Reyes
Vendrán regalos durante la noche
Que ellos devolverán al mar
No se naufraga en este mundo
Cazarán pescados que asar
Cuando salga la estrella del norte
Y les darán su bendición
Bajo la cruz del sur
Y nadie tendrá que levantarse temprano
El colegio descansa en otro mundo
Y los mayores ya no irán a trabajar
Y cierra los ojos más fuerte ahora
Que los cinco minutos se acaban
Y con dolor en los párpados salta
Para sumergirse en el sueño azul
Y no regresar jamás de esa playa
Donde confinarse es divertido
Y nada puede llegar
Allí dentro de una vieja canción.

Autor: Carlos Ruiz.

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Día 11 de mayo de 2020.

«Dentro y fuera»

Dentro de la casa, quiero la tormenta
Fuera
Hasta el máximo
Hacia una claridad de relámpago
Atravesar la vida sobre una línea de puntos suspensivos
Que un punto lleve a otro
Al infinito del pensamiento
Cuando yo quiera

Punto
La pasión cuando la elija
Punto
Y los segundos son verbos indefinidos

Punto

(Las mariposas solo viven veinticuatro horas)

También puedo matar una hormiga en un instante porque está dentro del
azucarero

Diez minutos dura un pitillo

Y lo que escribo se queda en el aire

Un domingo pasa y otro llegará
Con la luz distinta, y ya da lo mismo
Ahora sólo sé que hay sólo ahora

Las calles en silencio y el cielo gris.

Autora: Lola Rodríguez-Jalón

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Día 14 de mayo de 2020: «El día después»

¿Habrá un himno? ¿Una canción?
¿Será feriado?
¿Será costumbre, ese día,
saludarnos con fuertes abrazos?

Imagino escuelas abiertas,
plagadas de imágenes
de calles en ciudades desiertas.

Un auditorio con profesoras de matemáticas
contando cómo lograron explicar
qué son los algoritmos y para qué se usan
con ese documental de internet.

O diciendo, vanidosas,
que enseñaron el origen
del sistema binario de ceros y unos
usando el ancestral lenguaje
chino del I Ching.

Pienso en madres, médicas y enfermeras
portando, con orgullo,
un prendedor del trabajo
(ahora visible) del cuidado.

Circularán en las mesas familiares
las más desopilantes anécdotas
de videollamadas con la abuela
y la oficina en casa.

Recordaremos exactamente cómo fue
que se rompieron los bordes.

Saldremos a los balcones y aplaudiremos
el habernos darnos cuenta
de que somos lo mismo
que el vecino de enfrente.

Presagio nuevas narrativas internas
que nos recuerden, sencillamente,
no olvidar: no somos lo que hacemos,
somos lo que somos.

Autora: Natalia Lucanto.

Ilustraciones del vídeo: Ximena Sánchez Blanco.

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Día 28 de mayo de 2020.  

«Un mágico renacer»

En un marzo invernal
ingreso un tal Márquez
con ínfulas y gran altivez
el reino lo deseaba con avidez

La comarca toda se inundó de pánico
traía consigo su ejército y sus lacayos
el emisario acarreaba corona
corona que le pesara con los años

Si, ha llegado aquel extraño
su seudónimo es COVID
se cree un Márquez
pero el orbe le forjará su revés.

Ese lúgubre personaje ataviado de misterio
lo remitieron desde dominios muy lejanos
con ambiciones y bajas pasiones
a conquistar con maldad al mundo entero

Es la razón que aflige
un horrible drama se desata
alcanzará a la comarca un día
la esperanza y la apacible calma

La muchedumbre entera se estremeció
ante tal descomunal visitante
unos corrían de pavor
para otros no era importante.

Se dio inicio al festín,
arrebatando a sus presas
y aglutinando su motín
sin jamás perder la entereza

En la comarca se refugiaron
se refugiaron en sus nidos,
y allí encontraron candor y abrigo
divisaron a lo lejos el cruento abismo

Contemplaban las estrellas
desde su balcón
el cielo era descomunal
como colosal su dolor.

Un guiñapo de valientes
salieron al frente
A derrocar al intruso
que tanto dolor causo

Y uno a uno fueron cayendo
en un barranco de depresión
librando sus batallas
sin un escudo de protección.

Se tejerá luego una quimera
de incertidumbre y de dolencia
de estirpes que se ensamblaron
y surgieron triunfantes con el amor

Se hilarán tradiciones y leyendas
impregnadas de testimonios ciertos
se lo contaran quizás a los nietos
unos abuelos que resistieron

Las aves trinan cada alborada
son autónomas como libre su vuelo
la humanidad yace en un cautiverio
aquella que las aves la concibieron.

¿Se podrá llamar encierro
el compartir amenos momentos
el descanso para el alma
la paz y el sosiego?

En la faz de tu morada
apilados desde antaño
están tus viejos amigos
camaradas sin engaños

Son los libros tu soporte
conocimiento sin desenlace
aquellos te donan cognición
cofrades colmados de intuición

¿Se podrá citar encierro
el poder recorrer
hacia el interior de tu espíritu
que hoy alcanzaste conocer?

¿Se podrá llamar encierro
cuando revelas inusitados talentos
al plasmar una plegaria y al crear una canción
y aportar al universo?

No, aquello no es un encierro
es la confinación de almas en proyectos
seres de luz guiados por luceros
amando la vida y respetando el sendero

Los patriarcas acertados juegan con sus críos
Las matronas fantasearon con historias de amor
Los abuelos no son olvidados con el tiempo
Y los amigos un tesoro y son eternos.

De vuelta la mirada
a un cosmos que nos acoge
A los hados veraniegos
Y al fulgor de la montaña

La comarca volvió los ojos
al hacedor de la vida, el creador
Y pidieron colmados de hinojos
Perdón señor perdón

Seres de luz daban aliento
sostenían en su mano cimientos
seres oscuros contemplaban
en su soledad sus negras almas.

Jheronimus Bosch, El jardín de las delicias (detalle), 2,2 x 3,89 m, óleo sobre tabla, 1503-1515 @Museo Nacional del Prado.

Autora: Aida Espinoza.

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Diario literario de un confinamiento: Día 29 de agosto de 2020

«Vislumbro en claridad mi crepúsculo»

¡Cómo amo las nubes!  Y en confinamiento

Trazo  en  la  arena  con  mi  dedo  índice  y

Más las descubro y admiro.

 

Esa espumante compilación

Como albos lirios de algodón

Como gotas microscópicas observo,

Como rincones de las leyes de la física

Y la antología mística en contemplación.

 

Desde la alcoba enloquecen los poetas

A la pasión de colores  sobre  acuarelas,

Tricolores ardientes y en crepúsculos,

Son pintadas por pinceles de mis ojos

Al estrato,   a mi cirro y a mi  cúmulo.

 

¡ Oh! En contemplación suspira mi alma,

Aferrada a la danza de olas en espuma,

Cómo marchan  los cúmulos algodonosos

En capas cálidas, ascendentes y en filas,

Y con erguida cúpula enfrentando al Sol.

 

 

Mis fanales luceros de naranja , rojo y amarillo,

Se diluyen en sollozo al espectro tan fantástico,

Al danzar  los cirrus  con sus cristales  sobre hielo

Afligidos miran desde las alturas mi  triste Ser,

¡Cómo mi cuerpo se desvanece  bajo las nubes!

 

Mis fotografías se deslizan  una a  una cayendo

Y se pierden en la arena,  al viento  y   al  estío.

Decidí mi muerte etérea, al espectáculo y melodía.

A mi  emoción, a mi llorar  y a mi grito desesperado.

 

Autora: Sylvia Soto.

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7 comentarios en “Poesía

  1. A pesar del momento lúgubre, la utopía en las palabras y frases de los que escriben este extenso poemario hacer predecir una «luz al final del túnel» con prometedoras esperanzas en el infinito…

    1. ¡Muchas gracias, Américo Páez! Es verdad, a pesar de todo, la luz de los pensamientos creativos siempre estará con nosotros.

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